Después de la muerte de los 2 hijos de Aharón, el Eterno dice a Moshé, nuestro maestro: “que no entre en cualquier momento al santuario” (16:2).
Rashi se pregunta la razón, y contesta: “siempre me aparezco allí en la columna de mi nube, y allí se revela mi espíritu, por eso no debe formarse el hábito de venir” (Idem, Idem).
El hábito, la rutina, es el peor enemigo que tiene el sentimiento de santidad y elevación espiritual. Justo en el momento en que el individuo eleva su corazón al cielo y en su alma se encienden chispas de santidad, irrumpe con fuerza el hábito y la dinámica rutinaria y apaga bruscamente las brasas de la santidad, hasta que el fuego se apaga y desaparece.
Acaso hay persona alguna que se igualó a Aharón el gran Sacerdote que fue elegido por la piadosa tribu Levy y consagrado para servir en el Santuario.
Aharón, quien portaba la diadema en su cabeza y vestía el pectoral del juicio con los Urim Y Tumim, que traían respuestas claras y precisas y quien se preparaba siete días antes del servicio de “Iom Kipur” ejercitándolo para las necesidades del día sagrado. A Aharón le ordenaron: “que no entre en cualquier momento al santuario” ¿por qué?, porque “allí se revela mí espíritu – no debe formarse el hábito de venir”. No solo en el plano espiritual es peligrosa la rutina, también sentimientos naturales como “amor y simpatía” son apagados por la rutina – no solo son apagados, sino que pueden llegar a convertirse en indiferencia, aburrimiento y desprecio.
El rey sabio Shlomo, aconseja: "Esté tu pie raramente en la casa de tu vecino, no sea que se canse de ti y te aborrezca" (Mishle 25:17), también para un buen amigo, el hábito es un enemigo peligroso, y hasta puede convertir la amistad en enemistad.
Sobre esta situación clama el profeta: "Y dijo el Señor: Por cuanto éste pueblo se me acerca con su boca y me honra con sus labios, pero ha alejado su corazón de Mí y su temor de Mí es un mandamiento de hombres aprendido de memoria" (Ieshaiahu 29:13).
La rutina nos aleja de D-s, la boca y los labios continúan su rumbo, pero el entusiasmo y el fervor, el sentimiento y la chispa concentrados en el corazón han desaparecido.
¿Cómo combatir la inercia de la rutina?
Minuto a minuto hemos de renovar y dar vida a nuestros sentimientos y pondremos gran atención para que nuestro corazón no se enfríe con respecto a los planos hombres y semejante y hombre y elohim.
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exelente, shalom,shalom
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